Hombre relata la última charla que tuvo con su hermano antes del incidente del Jet Set

La tragedia que estremeció a la nación no solo se mide por cifras. Edwin Acosta e Isamal, su esposa, estaban entre los asistentes que no lograron salir con vida, dejando huérfanos a sus pequeños hijos.
Desde ese día, Alcides, su hermano mayor, ha vivido entre la culpa de no insistir más y el peso de una ausencia que no tiene consuelo.
“Él era todo para mí… mi hermano, mi socio, mi otra mitad”, confesó, mientras sostenía una fotografía de Edwin tomada en una de sus últimas reuniones familiares.
Aquel retrato, ahora arrugado por el dolor y el tiempo, se ha convertido en símbolo de resistencia emocional y memoria viva para él.
El incidente ocurrió la madrugada del martes 8 de abril, mientras el merenguero Rubby Pérez se presentaba en el escenario principal del Jet Set.
La estructura del techo colapsó de manera inesperada, cobrando la vida de más de 200 personas y dejando a la nación sumida en el duelo colectivo más profundo de los últimos años.
Desde ese momento, la vida de Alcides se transformó en una carrera contra el olvido. Lo primero que pensó al enterarse fue en los niños, en la familia que su hermano dejó atrás, y en cómo protegerlos en medio de tanto dolor.
“¿Qué va a ser de ellos sin su papá? ¿Sin su mamá?”, repite con voz temblorosa, como si aún esperara una respuesta que no llega.
Las autoridades han prometido una investigación exhaustiva, y aunque los responsables aún no han sido formalmente señalados, Alcides como muchos otros familiares exige claridad, acciones concretas y justicia que no se dilate en promesas. “Yo solo espero que esto no quede impune”, dice con firmeza, sin apartar la mirada de la imagen de su hermano.
Su testimonio, difundido en medios y redes sociales, se ha convertido en eco de una verdad que clama por atención: cada víctima tenía un rostro, una historia y una familia que hoy busca respuestas. No se trató de una simple falla estructural, sino de la ruptura abrupta de cientos de sueños.
A partir de ahora, miles de dominicanos como Alcides seguirán contando sus historias para que el país no olvide, para que no se repita y para que las voces apagadas por el concreto encuentren eco en la justicia.