Japón ha sido golpeado por su terremoto más poderoso en 140 años. El sismo, de magnitud 8.9, ocurrió la madrugada del martes cerca de la prefectura de Miyagi, en la costa noreste. El temblor duró más de un minuto, sacudiendo violentamente los edificios hasta Tokio, a más de 300 kilómetros de distancia.
Las alarmas sísmicas alertaron a muchas personas, lo que permitió evacuaciones, pero se han confirmado más de 3,000 muertes y miles de personas siguen desaparecidas. Un tsunami masivo siguió al terremoto, con olas de más de 10 metros que inundaron pueblos costeros y arrastraron casas, autos y barcos tierra adentro.
El primer ministro de Japón declaró un desastre nacional y pidió calma, diciendo: “Esta es una catástrofe de magnitud histórica. Pero Japón ha resurgido antes, y lo hará de nuevo.” Los hospitales están saturados y más de 1.5 millones de hogares están sin electricidad. Escasean los alimentos, el agua y los suministros esenciales.
Las Fuerzas de Autodefensa de Japón y equipos internacionales están llevando a cabo labores de rescate. Una gran preocupación es el daño a las plantas nucleares, especialmente la de Fukushima, donde los sistemas de enfriamiento han sido gravemente afectados. Se ha evacuado un radio de 20 kilómetros alrededor de Fukushima por temor a fugas radiactivas.
Los sismólogos han calificado este evento como el terremoto más fuerte registrado en la historia moderna de Japón y el peor desde el Gran Terremoto de Kanto de 1923. La energía liberada fue equivalente a cientos de bombas atómicas.
Países como Estados Unidos, Corea del Sur, Alemania y México han enviado ayuda y apoyo. A pesar de la devastación, el pueblo japonés está mostrando una notable resiliencia, con voluntarios organizándose para ayudar a los afectados y centros de donación recibiendo un amplio respaldo.
La reconstrucción tomará años, pero el espíritu de Japón permanece fuerte, listo para recuperarse de este trágico evento.