Contraté a una empleada doméstica joven, bonita y trabajadora; cada día dejaba la casa reluciente, pero el día de la boda de mi hijo, de pronto corrió hacia el escenario, se arrodilló y confesó una verdad impactante que hizo estallar el salón entero…
Cuando contraté a la nueva muchacha, todos en la familia coincidieron en que había tenido suerte. Era joven, de rostro radiante, habilidosa y muy dedicada. La casa siempre estaba impecable, la comida deliciosa. Muchas veces, cuando venían parientes de visita, bromeaban diciendo que yo “tenía la fortuna de contar con una empleada tan buena y … Read more