Las células grasas «recuerdan» la obesidad y dificultan mantener el peso perdido.
La obesidad es considerada uno de los problemas de salud pública más relevantes de las últimas décadas. Su prevalencia global ha aumentado de forma constante, y se asocia con diversas enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, hipertensión, enfermedades cardiovasculares y dislipidemias.
Perder peso suele representar un desafío considerable y, lo que es más complicado aún, mantener esa reducción a largo plazo. Diversos factores fisiológicos, metabólicos y psicológicos intervienen en el proceso de “recuperación del peso” o efecto “rebote”.
En el pasado, el tejido adiposo se consideraba un mero depósito de grasa, carente de mayor actividad sistémica. Sin embargo, hoy se reconoce como un órgano endocrino dinámico, productor de diversas sustancias bioactivas llamadas adipocinas, que participan en la regulación del apetito, inflamación y homeostasis energética.
Estudios recientes plantean que los adipocitos adquieren y retienen alteraciones epigenéticas durante la obesidad, las cuales no se revierten por completo al adelgazar, generando una especie de “memoria” de la obesidad que promueve el aumento de peso nuevamente.
Tejido adiposo como órgano multifuncional
El tejido adiposo ha dejado de considerarse un mero reservorio de triglicéridos. Se compone fundamentalmente de adipocitos maduros, células precursoras (o células madre mesenquimales), células inmunitarias y una extensa red vascular.
El balance energético, la sensibilidad a la insulina y la secreción de adipocinas se orquestan en este tejido. Así, la disfunción adiposa contribuye al desarrollo de resistencia a la insulina, inflamación crónica e incluso trastornos cardiovasculares.
Epigenética y obesidad
La epigenética estudia los cambios en la expresión génica que no conllevan alteraciones en la secuencia de ADN. Estos cambios incluyen la metilación del ADN, modificaciones de histonas y la acción de ARN no codificante.
En la obesidad, se han observado modificaciones epigenéticas estables en distintos tipos celulares, incluidas las células grasas. Estos cambios pueden persistir en el tiempo y afectar la manera en que los genes se expresan ante estímulos futuros.
Las células grasas «recuerdan» la obesidad
Un estudio publicado en la revista Nature, indagó en la capacidad del tejido adiposo para retener las alteraciones epigenéticas inducidas por la obesidad, aun después de una pérdida de peso significativa.
Utilizando análisis de células individuales (snRNA-seq) y técnicas avanzadas de epigenómica (CUT&Tag, ATAC–seq, TRAP–seq, entre otras), este trabajo descubrió que tanto en humanos como en ratones se mantienen patrones moleculares derivados del estado obeso.
Mecanismos moleculares propuestos
Modificaciones de histonas: se detectaron marcas epigenéticas como la acetilación de histonas (H3K27ac) y la trimetilación (H3K4me3, H3K27me3) que permanecían alteradas. Aquellas relacionadas con la activación génica se mantenían elevadas en regiones promotoras de genes asociados a la inflamación y la remodelación de la matriz extracelular, mientras que genes implicados en la función normal del adipocito permanecían reprimidos.
Cambios en la accesibilidad cromatínica: la técnica ATAC–seq permitió observar cómo las células grasas retienen regiones de cromatina más “abiertas” relacionadas con respuestas proinflamatorias y de estrés, mientras que zonas implicadas en el metabolismo de lípidos y carbohidratos no recuperan del todo su accesibilidad.
ARN no codificantes: aunque el estudio se centra principalmente en modificaciones de histonas y metilación, se sugiere que ciertos microARN y lncARN podrían intensificar esta “memoria”, al modular la traducción y la estabilidad del ARN mensajero.
Consecuencias metabólicas
La preservación de estas huellas epigenéticas conlleva una menor respuesta adaptativa de los adipocitos. Ante un ambiente energético favorable (por ejemplo, dieta hipercalórica), las células grasas se expanden y acumulan lípidos con mayor facilidad, facilitando el “rebote” en el peso corporal.
Además, esta alteración epigenética sostenida podría exacerbar la inflamación subclínica típica de la obesidad, perpetuando el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina y enfermedades metabólicas.
Factores que favorecen la persistencia de la “memoria” de obesidad
Duración de la obesidad: las evidencias sugieren que un periodo prolongado con exceso de peso incrementa la cantidad de marcas epigenéticas estables.
Velocidad de la pérdida de peso: en algunos casos, la pérdida de peso rápida puede favorecer ciertas mejoras metabólicas, pero no siempre revierte por completo las alteraciones moleculares, como se ha visto tras procedimientos bariátricos.
Dieta pospérdida de peso: dietas desequilibradas, ricas en grasas saturadas y azúcares simples, exacerban la reaparición de cambios epigenéticos inflamatorios.
Componente genético: aunque la epigenética es la protagonista en este fenómeno, la predisposición genética también influye en la magnitud de la respuesta tras la pérdida de peso.
Implicaciones clínicas y manejo de la obesidad
Aunque el objetivo de cualquier estrategia de adelgazamiento es, en esencia, mejorar la salud metabólica, resulta cada vez más evidente que la reducción de peso no siempre elimina las huellas epigenéticas adquiridas. Es probable que los enfoques futuros deban incluir intervenciones diseñadas para “reprogramar” o al menos mitigar la memoria celular en el tejido adiposo.
Posibles estrategias
Fármacos epigenéticos: en otras enfermedades, se investigan fármacos que modulan acetilasas y metilasas de histonas. Estudios preliminares sugieren que estos podrían actuar sobre los adipocitos para revertir ciertas alteraciones epigenéticas.
Modulación inflamatoria: dado que muchos de los genes que permanecen activos están vinculados con vías inflamatorias, el uso de antiinflamatorios específicos o terapias basadas en compuestos bioactivos (como polifenoles) podría complementar el tratamiento.
Hábitos nutricionales sostenidos: mantener una dieta equilibrada tras la pérdida de peso es clave para evitar la reactivación de estas vías inflamatorias. Un enfoque dietético rico en fibra, proteínas de alta calidad y grasas saludables puede amortiguar la reexpansión adiposa.
Ejercicio físico regular: la actividad física aumenta la sensibilidad a la insulina y estimula la biogénesis mitocondrial, contrarrestando al menos parcialmente los rasgos epigenéticos asociados a la disfunción metabólica.
Conclusión
Los estudios recientes señalan que la obesidad deja una huella epigenética en las células grasas que no se elimina por completo al reducir el peso corporal. Este “recuerdo” molecular favorece la recuperación del peso perdido y potencia el riesgo de complicaciones metabólicas.
La evidencia sugiere la necesidad de nuevas estrategias que incluyan un enfoque epigenético para lograr mantener los beneficios de la pérdida de peso a largo plazo. En este sentido, la combinación de una intervención dietética de calidad, ejercicio regular y la posible aparición de fármacos dirigidos a modificar las marcas epigenéticas se perfilan como vías prometedoras para el control efectivo de la obesidad.