Chica Desapareció De su Garaje en 2000 — 6 años después su vecino encuentra esto…

Chica desapareció de su garaje en 2000. 6 años después, su vecino encuentra esto. Manuel Herrera Soto cababa en su jardín trasero cuando la pala golpeó algo metálico. Era marzo de 2006, 6 años después de que Paloma Restrepo Vega desapareciera de su garaje en la colonia San Rafael.

Manuel había comprado la casa lindante hacía 2 años sin conocer la historia completa de sus vecinos. El objeto enterrado era una cartera de piel rosa, manchada, pero reconocible. Manuel la limpió con cuidado y la abrió. Dentro encontró la credencial de elector de Paloma Restrepo Vega, nacida el 15

de abril de 1982. La fotografía mostraba a una joven de cabello largo y sonrisa amplia.
También había billetes viejos, una foto familiar y un recibo del taller mecánico Hernández Hermanos, fechado el 23 de octubre de 2000, tr días antes de su desaparición. Manuel conocía la historia básicamente. Los vecinos del barrio aún hablaban de la chica que se esfumó sin dejar rastro.

Recordó las búsquedas masivas, los carteles pegados en cada esquina, las lágrimas de la familia Restrepo. La investigación oficial concluyó que Paloma había huído voluntariamente, posiblemente con algún novio secreto, caso cerrado por falta de evidencias. Pero esta cartera cambiaba todo. Paloma

jamás habría abandonado su identificación. Manuel caminó hasta la casa de los Restrepo y tocó la puerta.
Esperanza Restrepo Vega. hermana menor de Paloma, abrió la puerta. A sus 22 años, Esperanza trabajaba como secretaria en una oficina gubernamental y había dedicado estos 6 años a mantener viva la memoria de su hermana. Señora Esperanza, soy su vecino, Manuel Herrera. Encontré algo que le pertenecía

a su hermana. Esperanza vio la cartera y sus ojos se llenaron de lágrimas.
Esta es de paloma. La tenía el día que desapareció. ¿Dónde la encontró? Enterrada en mi jardín trasero junto al muro que divide nuestras propiedades. Esperanza examinó el contenido con manos temblorosas. Aquí está su credencial, el dinero que había ahorrado y este recibo del taller.

Paloma llevó su Volkswagen ahí días antes de desaparecer. Decía que hacía ruidos extraños. Manuel observó como Esperanza revisaba cada objeto. Señora, creo que esto es evidencia importante. Deberíamos llevarlo a las autoridades. Las autoridades dijeron que Paloma se fue por voluntad propia, que era

una jovencita rebelde que no quería responsabilidades, pero yo conocía a mi hermana. Jamás habría dejado esto atrás.
Esperanza recordó los detalles de aquella noche. Paloma había cenado con la familia, ayudó a lavar los platos y se despidió normalmente. Dijo que iría al garaje a revisar algo en su auto y que regresaría en pocos minutos. Cuando no volvió después de una hora, la familia fue a buscarla.

El garaje estaba abierto. El auto seguía ahí, pero Paloma había desaparecido. “Señor Manuel, ¿podría acompañarme mañana a la Procuraduría? Este hallazgo debe reabrir la investigación. Manuel asintió. Por supuesto, pero hay algo más. Cuando compré mi casa, el vendedor anterior era Vicente Morales

 

 

Castillo, el dueño del taller mecánico.
Me dijo que había vivido aquí desde 1998. Esperanza sintió un escalofrío. Vicente Morales, ese nombre aparece en el recibo. Era el dueño del taller donde Paloma llevó su auto. Exactamente. Y resulta que él vivía justo al lado de ustedes cuando Paloma desapareció. La conexión era demasiada

casualidad. Esperanza tomó la cartera y la guardó cuidadosamente.
Señor Manuel, creo que mi hermana nunca se fue de este barrio. Al día siguiente, Esperanza y Manuel se dirigieron a la Procuraduría General de Justicia. El detective comandante Raúl Sandoval Ruiz recibió la evidencia con escepticismo inicial. Sandoval había trabajado en el caso original y mantenía

 

 

su versión de fuga voluntaria.
Señora Restrepo, entiendo su dolor, pero una cartera enterrada no cambia los hechos básicos. Su hermana tenía 18 años, edad suficiente para tomar sus propias decisiones. Esperanza presentó el recibo del taller. Comandante, este documento prueba que Paloma tuvo contacto con Vicente Morales días

antes de desaparecer. Él vivía junto a nuestra casa y nunca mencionó haber reparado su auto. Sandoval examinó el recibo más detenidamente.
Taller Hernández, hermanos. Vicente Morales Castillo, propietario. Servicio de frenos, 350es. Comandante, solicito formalmente que se reabra la investigación. Esta evidencia sugiere que mi hermana no abandonó voluntariamente su hogar. El detective miró los documentos y luego a esperanza. Está bien,

iniciaremos una investigación complementaria, pero no puedo prometerle resultados diferentes. Manuel intervino. Comandante, hay otro detalle.
Vicente Morales vendió su casa dos años después de la desaparición y se mudó a Guadalajara. No le parece extraño. Sandoval tomó notas. Investigaremos todos los aspectos. Señora Restrepo, necesito que me proporcione una lista de todas las personas que tuvieron contacto con Paloma en sus últimos

días. Esperanza había mantenido esa lista durante 6 años.
Tengo todo comandante, nombres, fechas, circunstancias. Nunca dejé de buscarla. La primera fase de la nueva investigación incluiría interrogar nuevamente a los vecinos, revisar los archivos del taller mecánico y localizar a Vicente Morales en Guadalajara. Sandoval asignó al detective inspector

Gabriel Torres Mendoza como investigador principal del caso reabierto.
Esperanza salió de la Procuraduría con una mezcla de esperanza y temor. Después de 6 años, finalmente tenía una pista concreta. La cartera de Paloma demostraba que algo terrible había ocurrido en octubre de 2000. Señor Manuel, gracias por encontrar esto y por acompañarme. Sé que mi hermana está

muerta, pero necesito saber qué le pasó. Manuel la tranquilizó.
Vamos a encontrar la verdad, señora Esperanza. Su hermana merece justicia. Esa noche Esperanza llamó a sus padres, Carlos Restrepo Moreno y María Vega Santana, quienes ahora vivían en Puebla. les contó sobre el hallazgo de la cartera y la reapertura del caso. Sus padres, devastados durante años por

la incertidumbre, recibieron la noticia con emociones encontradas.
“Mija, durante todos estos años hemos vivido con la esperanza de que Paloma regresara”, dijo su madre. “Pero si realmente está muerta, al menos podremos darle sepultura cristiana”. El detective Torres comenzó su investigación revisando el expediente original.

Las declaraciones de 2000 mostraban que Paloma era una joven responsable, estudiante de contabilidad, sin novio conocido ni problemas familiares. Su desaparición había sorprendido a todos los que la conocían. La evidencia física era mínima. Huellas dactilares en el garaje que pertenecían a la

familia. Ningún signo de lucha, el auto intacto. Los investigadores de 2000 concluyeron que Paloma había salido voluntariamente del garaje y abandonado el vecindario, pero ahora la cartera enterrada contradecía esa teoría.
Torres programó entrevistas con los vecinos originales y una visita al taller mecánico que seguía funcionando bajo nueva administración. Esperanza regresó a su trabajo en la Secretaría de Educación Pública, pero su mente estaba completamente enfocada en la investigación. Durante el almuerzo llamó a

su prima Leticia Vega Ruiz, quien había sido muy cercana a Paloma.
Leticia reabrieron el caso de Paloma, encontraron su cartera enterrada. Leticia, ahora casada y madre de dos hijos, recordaba perfectamente aquellos días. Esperanza. Yo siempre supe que Paloma no se había fugado. Ella me contó que el mecánico le había hecho comentarios inapropiados cuando llevó su

auto al taller. Esta información no había aparecido en la investigación original.
¿Qué tipo de comentarios? Cosas sobre su apariencia, invitaciones a salir que ella rechazó. Paloma se sentía incómoda, pero necesitaba arreglar su auto para trabajar. Esperanza tomó notas detalladas. Leticia, necesito que le digas esto al detective. Puede ser crucial. La primera pista sólida

apuntaba hacia Vicente Morales Castillo, el mecánico que vivía junto a la casa de los Restrepo y que había tenido contacto directo con Paloma días antes de su desaparición. El detective inspector Gabriel Torres Mendoza llegó al taller Hernández
Hermanos en la mañana del jueves. El negocio había cambiado de propietarios en 2003, pero los nuevos dueños, los hermanos Joaquín y Roberto Hernández Solís, conservaban algunos registros antiguos. Detective, cuando compramos el taller, Vicente Morales nos dejó una caja con facturas y registros de

clientes.
Dijo que podríamos necesitarlos para garantías pendientes. Torres revisó los documentos hasta encontrar el expediente de Paloma Restrepo. La factura mostraba reparación de frenos el 20 de octubre de 2000. Trabajo completado el 23 de octubre. Paloma había pagado 350 pesos en efectivo.

¿Conocían ustedes a Vicente Morales personalmente? Joaquín Hernández respondió, trabajamos con él durante la transición. Era un hombre reservado, muy meticuloso con los autos, pero había algo extraño en él. Extraño, ¿en qué sentido? Tenía fotos de clientas jóvenes pegadas en su oficina. Decía que

eran sus obras maestras, refiriéndose a los autos que había reparado, pero las fotos mostraban a las muchachas, no a los vehículos.
Roberto añadió, “Cuando limpiamos la oficina, encontramos más fotos guardadas en su escritorio, todas de chicas entre 16 y 20 años. Nos pareció raro, pero no le dimos importancia. Torres solicitó ver esas fotografías. Los hermanos las habían guardado en una caja junto con otros efectos personales

de Morales.
Entre las imágenes, Torres encontró tres fotos de Paloma Restrepo tomadas mientras trabajaba en su Volkswagen. Estas fotos fueron tomadas sin el conocimiento de la chica”, observó Torres. “Miren los ángulos, la distancia. Ella ni siquiera mira hacia la cámara.” Las fotografías mostraban a Paloma

revisando documentos en el capó de su auto, hablando por teléfono y caminando hacia la salida del taller.
Todas habían sido tomadas desde diferentes posiciones, sugiriendo observación sistemática. “Detective, ¿hay algo más?”, dijo Joaquín. Vicente nos contó que vivía cerca de algunos de sus clientes. Decía que eso le permitía mantener contacto con su trabajo. Torres documentó toda la información y

solicitó copias de los registros.
Luego se dirigió a la antigua casa de Vicente Morales en la colonia San Rafael. La propiedad ahora pertenecía a Manuel Herrera, quien había colaborado en encontrar la cartera. Señor Herrera, necesito revisar la propiedad en busca de más evidencias. ha encontrado algo más desde la cartera. Manuel lo

acompañó al jardín trasero. Detective, hay una zona donde la tierra se ve diferente.
Mire aquí junto al muro. Efectivamente, había una sección rectangular de aproximadamente 2 m por un donde la vegetación era más reciente y el suelo tenía una consistencia diferente. Torres solicitó apoyo del equipo forense para realizar excavaciones. Mientras esperaban, Torres entrevistó a los

vecinos inmediatos.
Doña Carmen Jiménez Pérez, de 67 años, vivía al otro lado de la calle desde 1985. Detective, yo recuerdo muy bien cuando Vicente Morales vivía ahí. Era un hombre solitario, pero siempre muy atento con las señoras del barrio. Atento, ¿de qué manera? ofrecía arreglar los autos gratis, especialmente a

las madres con hijas jóvenes. Decía que era su contribución a la comunidad. Torres tomó notas.
¿Recuerda algo específico sobre la noche que desapareció Paloma Restrepo? Esa noche vi movimiento en la casa de Vicente, luces que se encendían y apagaban, su camioneta entrando y saliendo del garaje varias veces. Esta información nunca había aparecido en la investigación original. ¿Por qué no

reportó esto en 2000? Nadie me preguntó específicamente. Los policías hicieron preguntas generales sobre si habíamos visto a Paloma salir del vecindario.
Torres se dio cuenta de que la investigación original había sido superficial. Los detectives de 2000 asumieron fuga voluntaria y no indagaron profundamente en el entorno inmediato. El equipo forense llegó con equipo de excavación especializado. Utilizando detectores de metales y sondas de tierra

comenzaron la búsqueda sistemática en el jardín trasero de la antigua propiedad de Morales.
Mientras tanto, Torres se reunió con Esperanza Restrepo para obtener más detalles sobre la relación entre Paloma y Vicente Morales. Esperanza. Necesito que me cuente todo lo que recuerda sobre las interacciones entre su hermana y el mecánico. Esperanza había preparado una cronología detallada.

Detective. Paloma llevó su auto taller el 18 de octubre porque hacía ruidos al frenar.
Vicente le dijo que necesitaba cambiar las pastillas y que tardaría tres días. Su hermana mencionó algo sobre el comportamiento del mecánico. Sí, pero yo no le presté atención suficiente. Dijo que Vicente la miraba de manera extraña y que le hacía preguntas personales sobre su vida amorosa. Torres

continuó indagando.
¿Qué tipo de preguntas? Si tenía novio, si vivía sola, si salía mucho de noche, Paloma se sentía incómoda, pero necesitaba su auto para trabajar. Esta información confirmaba el patrón de comportamiento inapropiado que había mencionado la prima de Paloma. Torres comenzó a construir un perfil de

Vicente Morales como posible acosador. Esperanza.
Su hermana mencionó otros clientes del taller si había visto a otras jóvenes ahí. Una vez me dijo que había visto fotos de chicas en la oficina del taller. Le pareció raro, pero Vicente le explicó que eran sus clientas favoritas. El patrón se hacía más claro.

Vicente Morales había utilizado su taller mecánico para identificar y acosar a mujeres jóvenes del área. Su proximidad física a la casa de los Restrepo le daba acceso directo para vigilar a Paloma. Los forenses encontraron algo en el jardín, fragmentos de ropa enterrada a un metro de profundidad.

Las piezas eran de tela rosa y blanca, consistentes con la descripción de la ropa que llevaba Paloma la noche de su desaparición. Detective Torres, llamó el jefe forense.
Encontramos restos textiles y lo que parece ser un zapato de mujer. Torres examinó los hallazgos. El zapato era una sandalia blanca de tacón bajo, talla 24, exactamente del tipo que usaba Paloma, según las descripciones de su familia. “Necesitamos excavación completa de esta área”, ordenó Torres, “y

análisis de ADN de todos los restos orgánicos.
La evidencia física confirmaba lo que la cartera había sugerido. Paloma Restrepo había sido asesinada y enterrada en la propiedad de Vicente Morales. Ahora Torres tenía que localizar al sospechoso principal, quien había desaparecido de Ciudad de México dos años después del crimen. Torres contactó a

la Procuraduría de Guadalajara para solicitar apoyo en localizar a Vicente Morales Castillo.
Según los registros, Morales había registrado una dirección en la colonia americana, pero las autoridades locales necesitarían tiempo para verificar su paradero actual. Mientras tanto, Torres continuó entrevistando a vecinos y personas que habían conocido a Morales.

El perfil que emergía era el de un hombre aparentemente respetable que utilizaba su negocio legítimo para acceder a víctimas potenciales. Esperanza recibió la notificación oficial de los hallazgos forenses con emociones encontradas. Por un lado, la confirmación de que su hermana había sido

asesinada validaba su intuición de 6 años. Por otro lado, enfrentaba la realidad definitiva de que Paloma nunca regresaría a casa.
“Detective Torres, necesito saber exactamente qué le pasó a mi hermana”, dijo Esperanza durante su reunión en la Procuraduría. Señora Esperanza, estamos construyendo el caso metódicamente. Los hallazgos forenses tomarán algunas semanas en procesarse, pero ya tenemos evidencia suficiente para

 

 

 

solicitar una orden de captura contra Vicente Morales.
El detective comandante Sandoval autorizó la orden de captura y coordinó con las autoridades de Jalisco. Vicente Morales Castillo era ahora el principal sospechoso en el asesinato de Paloma Restrepo Vega. La investigación reveló que Morales había vendido su taller y su casa con sospechosa rapidez

después de la desaparición de Paloma.
Los registros mostraban que había liquidado sus propiedades a precios por debajo del valor de mercado, sugiriendo urgencia por abandonar la ciudad. Torres también descubrió que Morales había mentido a la policía en 2000. En su declaración original, había negado conocer personalmente a Paloma,

describiendo su relación como puramente comercial. Pero las fotografías encontradas en el taller y los testimonios de vecinos contradecían esta versión.
La red de evidencias se cerraba alrededor de Vicente Morales. La cartera enterrada, los restos de ropa, las fotografías no autorizadas, los testimonios de comportamiento inapropiado y su fuga posterior creaban un caso sólido de asesinato premeditado. El detective Torres viajó a Guadalajara

acompañado del detective adjunto Carlos Méndez Rivera.
Las autoridades de Jalisco habían localizado a Vicente Morales Castillo, trabajando como mecánico independiente en un taller pequeño de la colonia Oblatos. Vicente había cambiado ligeramente su apariencia, llevaba barba completa y había ganado peso considerable. vivía solo en un departamento

modesto bajo el nombre de Vicente Moreno Castillo, utilizando documentos alterados que mantenían sus iniciales originales.
“Señor Morales, soy el detective Torres de la Procuraduría del Distrito Federal. Necesito hacerle algunas preguntas sobre Paloma Restrepo Vega.” Vicente, de 45 años mostró nerviosismo inmediato. “No sé de qué me habla, detective. No conozco a ninguna paloma.” Torres le mostró la factura del taller

con la firma de Vicente.
Esta es su factura por reparación del auto de Paloma, fechada octubre de 2000. Ah, sí, tuve muchos clientes. No puedo recordar a todos. La respuesta contradecía su negativa inicial de conocer a Paloma. Torres continuó presionando. Señor Morales, también tenemos fotografías que usted tomó de paloma

sin su consentimiento. Vicente palideció. Yo tomaba fotos de mis trabajos. Era para documentar las reparaciones. Estas fotos muestran a la joven, no a los vehículos.
¿Por qué fotografiaba a sus clientas jóvenes? Vicente se puso de pie abruptamente. No tengo que responder estas preguntas sin un abogado. Torres había esperado esta reacción. Señor Morales, ¿está usted detenido como sospechoso principal en el asesinato de Paloma Restrepo Vega? tiene derecho a

permanecer callado.
Durante el traslado a Ciudad de México, Vicente mantuvo silencio total, pero Torres observó su comportamiento cuidadosamente. Vicente revisaba compulsivamente sus manos y murmuraba números para sí mismo, posibles signos de trastorno obsesivo compulsivo. En la Procuraduría, Torres comenzó el

interrogatorio formal. Vicente había solicitado la presencia de su abogado, el licenciado Armando Vega Herrera. un defensor de oficio sin experiencia en casos de homicidio.
“Mi cliente mantiene su inocencia total en este asunto”, declaró el abogado. “Las evidencias presentadas son puramente circunstanciales. Torres presentó la evidencia sistemáticamente. La cartera enterrada en propiedad de Vicente, los restos de ropa, las fotografías no consensuales, los testimonios

de acoso. Vicente, sabemos que mataste a Paloma.
Lo que necesitamos saber es cómo y por qué. Vicente respondió finalmente, yo no maté a nadie. Paloma vino a mi casa voluntariamente la noche del 26 de octubre. Esta era la primera admisión de contacto directo. Torres continuó cuidadosamente. ¿Por qué fue Paloma a tu casa? Dijo que había problemas

con su auto después de la reparación. Quería que lo revisara sin costo adicional. Torres sabía que esto era mentira.
El auto de Paloma funcionaba perfectamente según los testimonios familiares. Vicente, el auto de Paloma funcionaba bien. Sus padres lo manejaron durante días después de su desaparición. Vicente cambió su versión. Bueno, tal vez vino por otra razón. Era una chica joven, ya sabe cómo son. La

implicación sexual era exactamente lo que Torres esperaba.
Vicente comenzaba a revelar sus verdaderas motivaciones. ¿Qué pasó cuando Paloma llegó a tu casa? Hablamos un rato. Ella parecía interesada en mí, pero después se puso histérica y amenazó con gritarle a los vecinos. Torres presionó más. ¿Por qué se puso histérica? Vicente guardó silencio durante

varios minutos.
Su abogado le aconsejó no responder, pero Vicente parecía necesitar justificar sus acciones. Yo solamente la toqué un poco. Ella actuó como si fuera algo terrible. Torres había obtenido la primera confesión parcial. Vicente admitía contacto físico no consensual con Paloma. ¿Y qué pasó después de

que la tocaras un poco? Ella empezó a gritar y a golpearme. Yo traté de calmarla, pero se puso muy violenta.


Torres conocía esta táctica de culpar a la víctima. Vicente, Paloma era una chica de 50 kg. Tú pesabas más de 80. ¿Cómo pudo ponerse violenta contigo? Tenía algo en la mano, algo punzante. Me cortó el brazo. Torres revisó los expedientes médicos de octubre de 2000, pero no encontró registros de

Vicente recibiendo tratamiento por heridas cortantes.
¿Dónde te trataron esa herida? Yo mismo me curé en casa. Otra mentira fácilmente verificable. Torres decidió cambiar de táctica. Vicente, encontramos la cartera de paloma enterrada en tu jardín junto con pedazos de su ropa. ¿Cómo explicas eso? Alguien más debió ponerlos ahí después de que yo me

mudé.
Los análisis forenses muestran que esos objetos llevan enterrados aproximadamente 6 años. Exactamente desde tu época en esa casa. Vicente quedó en silencio. Su abogado solicitó un receso para consultar con su cliente. Durante el receso, Torres recibió llamada de Guadalajara. Los investigadores

habían registrado el departamento de Vicente y encontrado más fotografías de mujeres jóvenes, todas aparentemente tomadas sin consentimiento.
También encontraron un diario donde Vicente documentaba obsesivamente los hábitos de sus clientas especiales. Detective Torres, informó su colega de Guadalajara. Encontramos entradas del diario que mencionan específicamente a Paloma. describe su rutina diaria, horarios de trabajo, momentos en que

estaba sola en casa. Esta evidencia demostraba premeditación y acecho sistemático.
Vicente había planeado su encuentro con Paloma. Cuando el interrogatorio se reanudó, Torres presentó las nuevas evidencias. Vicente, tu diario describe detalladamente la vida de Paloma. ¿Sabías exactamente cuándo estaba sola, cuando sus padres salían de casa, cuando regresaba del trabajo? Vicente

perdió compostura completamente.
Eso es privado. No tenían derecho a leer mis cosas personales. Tenemos una orden de cateo legalmente obtenida y este diario prueba que planeaste atacar a Paloma. Yo no planeé nada, solo quería conocerla mejor. Torres presionó más. Vicente, tienes anotaciones sobre 23 mujeres diferentes, todas

jóvenes, todas solteras, todas clientes de tu taller.
Vicente comenzó a llorar. No es lo que piensa. Yo las admiraba. Eran hermosas, puras. Yo nunca había lastimado a nadie antes. Antes de que, Vicente, antes de que Paloma me rechazara de esa manera tan cruel. Torres había obtenido otra confesión importante. Vicente admitía que Paloma lo había

rechazado, estableciendo motivo para el crimen.
“¿Cómo te rechazó, Paloma?” “Le dije que la amaba, que podríamos estar juntos.” Ella se rió de mí. Me dijo que era un viejo asqueroso y que llamaría a la policía. La versión de Vicente pintaba a Paloma como agresora, pero Torres sabía que era una típica inversión de víctima y victimario. “¿Y

entonces, ¿qué hiciste?” Vicente quedó en silencio prolongado. Su abogado intervino.
Mi cliente no responderá más preguntas sin garantías de que cualquier confesión no será utilizada para buscar pena de muerte. Torres explicó que México había abolido la pena de muerte. Vicente podía enfrentar 30 años de prisión, pero no ejecución. Vicente, cooperar con la investigación podría

reducir tu sentencia. Necesitamos saber exactamente qué pasó con Paloma. Vicente miró a su abogado, quien asintió reluctantemente.
Está bien, les diré todo. Vicente Morales respiró profundamente antes de comenzar su confesión completa. El detective Torres activó la grabadora oficial mientras el abogado defensor tomaba notas. Paloma vino a mi casa la noche del 26 de octubre porque yo le dije que había un problema serio con los

frenos de su auto.
Le expliqué que podían fallar y causarle un accidente. Torres interrumpió, pero los frenos funcionaban perfectamente. Su familia manejó el auto durante semanas. Yo inventé el problema para que viniera. Necesitaba hablar con ella a solas. Torres continuó documentando. ¿Qué pasó cuando llegó? Al

principio todo fue normal.
Le mostré herramientas falsas, piezas que supuestamente estaban defectuosas en su auto, pero luego le dije que había estado observándola, que sentía algo especial por ella. Vicente pausó, visiblemente perturbado por recordar la escena. Paloma se asustó inmediatamente. Me dijo que esto era

inapropiado, que ella solo era mi cliente. Intentó irse, pero yo bloqueé la puerta. Torres sintió escalofríos al imaginar el terror de Paloma.
¿Qué hiciste después de bloquear la puerta? Le expliqué que yo la conocía mejor que nadie, que había estudiado su rutina, sus gustos, sus sueños. Le mostré las fotografías que había tomado. El detective Méndez intervino. ¿Cómo reaccionó Paloma a las fotografías? Entró en pánico total. Empezó a

gritarme, llamándome enfermo y pervertido. Amenazó con contarles a sus padres y a la policía. Vicente comenzó a llorar nuevamente.
Yo no quería lastimarla, solo quería que entendiera mis sentimientos. Torres presionó, “Pero la lastimaste, ¿verdad? Cuando intentó salir por la fuerza, yo la detuve. Ella me arañó la cara y me golpeó con su cartera. Yo yo la empujé y ella se cayó. Torres sabía que había más detalles. Se cayó

solamente. Su cabeza golpeó la esquina de mi mesa de trabajo. Hubo mucha sangre inmediatamente. Torres documentó cuidadosamente.
Paloma estaba consciente después del golpe. Al principio sí. Me miraba con terror y decía mi nombre, pero después cerró los ojos y dejó de responder. Torres sintió náuseas, pero continuó profesionalmente. Verificaste si tenía pulso. Intentaste conseguir ayuda médica. Yo entré en pánico. Sabía que

nadie me creería que había sido un accidente. Pensé en llamar una ambulancia, pero era muy tarde.
Torres presionó más duramente. ¿Cuánto tiempo esperaste antes de decidir que estaba muerta? Tal vez una hora. La puse en mi sofá y traté de limpiar la sangre, pero ella nunca despertó. El detective Méndez siguió indagando. Entonces, ¿qué hiciste con el cuerpo? Vicente guardó silencio durante varios

minutos.
Su abogado le recordó que ya había comenzado la confesión y que debía ser completa para tener valor legal. La envolví en una lona que tenía en mi garaje. Después cabé un hoyo en mi jardín trasero. Torres necesitaba detalles específicos. ¿A qué hora hiciste esto? Empecé a acabar alrededor de las 2

de la madrugada. Terminé cerca de las 5.
Esto explicaba la actividad nocturna que había observado la vecina doña Carmen. Torres continuó. ¿Por qué enterraste sus pertenencias? por separado. Su cartera se había manchado con sangre. Pensé que sería más fácil deshacerme de ella después, pero nunca lo hice. Torres revisó sus notas. Vicente,

hay algo que no cuadra.
Si realmente fue un accidente, ¿por qué no llamaste inmediatamente a las autoridades? Vicente cambió su actitud porque sabía que nadie me creería. Yo ya había tenido problemas antes. Esta era información nueva. ¿Qué tipo de problemas? Vicente miró a su abogado nerviosamente. En Monterrey, antes de

mudarme a Ciudad de México, hubo una queja por acoso de una cliente joven. Torres y Méndez intercambiaron miradas significativas.
¿Qué pasó en Monterrey? Una muchacha dijo que yo la había fotografiado sin permiso y que había ido a su casa. Su padre presentó una denuncia, pero se resolvió sin cargos. Torres se dio cuenta de que Vicente era un depredador serial. Por eso te mudaste a Ciudad de México. Sí. Era mejor empezar de

nuevo en un lugar donde nadie me conociera. El patrón se hacía claro.
Vicente había usado su profesión de mecánico para acceder a mujeres jóvenes en múltiples ciudades. Vicente, necesito que me digas sobre las otras mujeres de tu diario. Vicente se resistió. Las otras no tienen nada que ver con Paloma. Torres fue directo. Tenemos evidencia de que acosaste

sistemáticamente a 23 mujeres jóvenes.
Necesitamos saber si hubo otras víctimas. Vicente negó fervientemente. Paloma fue la única que la única que resultó lastimada. Las demás solamente las observaba. El detective Méndez presentó fotos de tres mujeres jóvenes que habían desaparecido en diferentes partes de la ciudad entre 1998 y 2000.

Vicente, ¿reconoces a alguna de estas jóvenes? Vicente examinó las fotografías. Esta María Elena vino una vez a mi taller, pero yo no le hice nada. Torres tomó nota de que Vicente había recordado inmediatamente el nombre. ¿Cuándo fue la última vez que viste a María Elena? No lo recuerdo

exactamente. Tal vez en agosto de 2000. María Elena Rodríguez había desaparecido el 15 de agosto de 2000, dos meses antes que Paloma. Torres solicitó que se trajera el expediente de su caso.
Vicente, María Elena desapareció el mismo día que, según tú, la viste en tu taller. Vicente palideció notablemente. Eso, eso es solo una coincidencia. Torres no creía en coincidencias de ese tipo. ¿Dónde vivía María Elena? No lo sé. Torres consultó el expediente que acababa de llegar. María Elena

vivía en la colonia Doctores, a seis cuadras de tu taller.
Vicente comenzó a sudar visiblemente. Muchos de mis clientes vivían cerca. Torres decidió presionar más. Vicente, vamos a exumar el cuerpo de Paloma para autopsia completa. Si encontramos evidencia de que no murió por el golpe accidental que describes, enfrentarás cargos por asesinato premeditado.

Vicente se quebró completamente. Está bien, está bien.
No fue completamente un accidente. Torres se preparó para la verdad completa. Explícanos qué pasó realmente. Cuando Paloma se cayó y empezó a sangrar. Yo yo me asusté, pero después pensé que era mi oportunidad de de estar con ella. Torres sintió revulsión. ¿Qué quieres decir con estar con ella?

Ella estaba inconsciente, pero todavía respiraba. Yo pensé que podía, que nadie se enteraría.
Vicente había confesado intento de violación a una víctima inconsciente. Torres continuó el interrogatorio. Paloma recobró la consciencia durante tu ataque. Ah, sí. Se despertó y empezó a gritarme otra vez. Traté de calmarla, pero ella siguió gritando. Torres sabía lo que venía después.

¿Y entonces qué hiciste? Vicente tardó varios minutos en responder. Puse mis manos en su cuello para que dejara de gritar. Solo quería silenciarla por un momento. Torres documentó meticulosamente. ¿Por cuánto tiempo mantuviste tus manos en su cuello? No lo sé exactamente. Ella siguió luchando y yo

apreté más fuerte. Después dejó de moverse. Vicente Morales había confesado estrangulamiento intencional.
Este no era un accidente, era asesinato en primer grado. Torres concluyó el interrogatorio. Vicente, acabas de confesar el asesinato intencional de Paloma. estrepo Vega mediante estrangulamiento. Vicente se dio cuenta de las implicaciones legales de su confesión completa, pero fue porque estaba

desesperado. Ella no iba a parar de gritar.
Torres explicó que intentar silenciar a una víctima mediante estrangulamiento constituía asesinato, no accidente. Vicente enfrentaría la sentencia máxima posible bajo la ley mexicana. El detective comandante Sandoval fue notificado inmediatamente de la confesión completa. Ordenó la exumación del

cuerpo de Paloma para confirmar causa de muerte y buscar evidencia adicional.
Esperanza Restrepo recibió la notificación de la confesión con emociones mixtas. Finalmente tenía respuestas sobre qué había pasado con su hermana, pero los detalles eran más horribles de lo que había imaginado. Detective Torres, necesito que me diga la verdad completa. Sufrió mucho mi hermana.

Torres decidió ser honesto, pero compasivo. Esperanza.
Paloma luchó hasta el final. Nunca se rindió y eso habla de su fortaleza. La confesión de Vicente también habría investigaciones sobre las otras mujeres desaparecidas. Si había matado a Paloma, podría haber matado a otras víctimas anteriores.
La exhumación del cuerpo de Paloma Restrepo se realizó en presencia de forenses especializados, familiares y representantes legales. Esperanza, acompañada por sus padres Carlos y María, observó el proceso desde una distancia prudente. Los restos estaban en estado de descomposición avanzada, pero

conservados lo suficiente para análisis forense completo. El Dr. Fernando Castañeda Morales, médico forense jefe, dirigió el examen preliminar en el sitio.
Los restos muestran fractura en el hueso y oídes, consistente con estrangulamiento manual, informó el doctor Castañeda. También hay evidencia de trauma craneal, pero la causa principal de muerte fue asfixia por estrangulamiento. Esta confirmación forense validaba la confesión de Vicente Morales

sobre el método de asesinato. Torres documentó cada detalle para el expediente judicial.
Durante el análisis forense, Vicente fue trasladado al reclusorio norte para esperar el juicio. Su abogado, el licenciado Vega, solicitó evaluación psiquiátrica alegando trastorno mental que podría reducir la responsabilidad penal. El Dr. Rodrigo Santillán Vázquez, psiquiatra forense, examinó a

Vicente durante tres sesiones. Su diagnóstico identificó trastorno obsesivo, compulsivo y tendencias antisociales, pero no encontró evidencia de psicosis o incapacidad para distinguir entre bien y mal.
El señor Morales es plenamente responsable de sus acciones, concluyó el Dr. Santillan. Sus trastornos no eliminan su capacidad de juicio moral o legal. Mientras tanto, Torres investigó los otros casos de mujeres desaparecidas. María Elena Rodríguez, desaparecida en agosto de 2000, había sido

cliente del taller de Vicente.
Su caso también fue reabierto oficialmente. La familia Rodríguez, encabezada por el señor Esteban Rodríguez Herrera, solicitó reunirse con Torres. Esteban había mantenido la búsqueda de su hija durante 6 años, similar a la familia Restrepo. Detective, mi hija María Elena también llevó su auto al

taller de Vicente Morales. Desapareció el mismo día que lo recogió.
Torres revisó el expediente de María Elena. Señor Rodríguez, su hija mencionó algo sobre comportamiento inapropiado del mecánico. Sí, detective. Dijo que Vicente le hacía preguntas personales y la miraba de manera que la incomodaba. El patrón idéntico al caso de Paloma se repetía con María Elena.

Torres solicitó orden de cateo para la propiedad donde había vivido Vicente en Monterrey antes de mudarse a Ciudad de México. Las autoridades de Nuevo León encontraron el patio trasero alterado de manera similar a la propiedad de Ciudad de México. Una segunda excavación reveló restos humanos

enterrados desde aproximadamente 1997. Los restos fueron identificados como Claudia Moreno Sánchez, de 19 años.
Desaparecida en octubre de 1997, Claudia había sido cliente del taller donde trabajaba Vicente en Monterrey. Torres se enfrentaba ahora a un asesino serial que había operado en múltiples estados durante al menos 4 años. Coordinó con las procuradurías de Nuevo León y Jalisco para investigación

conjunta.
Vicente fue confrontado con la evidencia de múltiples homicidios durante un segundo interrogatorio. Su nuevo abogado, el licenciado Miguel Hernández Solís, había sido asignado debido a la magnitud del caso. Vicente, encontramos los cuerpos de María Elena y Claudia. Los tres casos siguen el mismo

patrón exacto. Vicente intentó negar conocimiento de las otras víctimas. Yo solo confesé sobre Paloma.
No sé nada de esas otras muchachas. Torres presentó evidencia fotográfica. Tenemos fotos de María Elena en tu oficina, igual que las de Paloma. Y registros muestran que reparaste el auto de Claudia en Monterrey. Vicente se dio cuenta de que las evidencias eran abrumadoras. Está bien, tal vez hubo

otros accidentes. Torres fue directo.
No fueron accidentes, Vicente. Son asesinatos con el mismo método. Engaño para atraer a la víctima. Intento de agresión sexual, estrangulamiento cuando resistían. Vicente comenzó a describir cada caso con detalles perturbadores. Su modus operandi era consistente. Identificar mujeres jóvenes

solteras a través de su trabajo, estudiar sus rutinas, inventar problemas mecánicos para crear contacto privado, atacarlas cuando estuvieran aisladas.
¿Cuántas víctimas hubo en total, Vicente? Vicente guardó silencio durante largo tiempo. No todas murieron. Torres sintió escalofríos. ¿Qué quieres decir con que no todas murieron? Algunas cooperaron. No necesité lastimarlas. Torres se dio cuenta de que Vicente había cometido también múltiples

violaciones que las víctimas nunca reportaron por temor o vergüenza.
Vicente, necesitamos los nombres de todas las mujeres que atacaste. Vicente proporcionó una lista de 12 nombres adicionales de mujeres que había agredido sexualmente sin matarlas. Torres verificó que varias de estas mujeres habían reportado robos o intentos de robo sin mencionar agresión sexual. El

caso se expandía constantemente.
Vicente Morales era responsable de al menos tres asesinatos confirmados y múltiples agresiones sexuales durante un periodo de 8 años. La noticia de los múltiples homicidios llegó a los medios de comunicación. Los reporteros Alejandra Vázquez Ruiz del periódico El Universal y Roberto Mendoza García

de TV Azteca comenzaron cobertura extensiva. Esperanza Restrepo fue entrevistada sobre el impacto del caso en su familia.
Durante 6 años vivimos con la esperanza de que Paloma regresara. Ahora sabemos la verdad horrible. But al menos podemos darle sepultura digna. Los padres de las otras víctimas formaron un grupo de apoyo coordinado por el licenciado Jorge Ramírez Cuevas, especialista en derechos de víctimas. El

grupo presionaba por cambios legales para mejorar investigaciones de personas desaparecidas.
Vicente, enfrentando evidencia abrumadora de múltiples asesinatos, intentó negociar una sentencia reducida a cambio de información sobre víctimas adicionales. Su abogado propuso cadena perpetua en lugar de tres sentencias separadas de 30 años. El Ministerio Público, representado por la licenciada

Patricia Morales Díaz rechazó cualquier negociación.
El señor Morales será procesado por cada crimen individual. Las familias de las víctimas merecen justicia completa. Durante este periodo, Vicente recibía amenazas de otros prisioneros en el reclusorio norte. Los internos consideraban a los asesinos de mujeres jóvenes como los criminales más

despreciables.
Vicente fue colocado en aislamiento por su propia seguridad. Torres continuó investigando posibles víctimas adicionales. Revisó casos de mujeres desaparecidas en todas las ciudades donde Vicente había vivido o trabajado. Monterrey 1995-198, Ciudad de México, 1998-2002 y Guadalajara 2002-2006. Los

patrones de desapariciones correspondían sospechosamente con la presencia de Vicente en cada ubicación.
Torres identificó siete casos adicionales que requerían investigación forense. Esperanza Restrepo visitó a Vicente en prisión, acompañada por Torres y un psicólogo. Quería enfrentar al asesino de su hermana directamente. ¿Por qué mataste a Paloma? Era una buena persona que nunca lastimó a nadie.

Vicente evitó contacto visual.
Yo no quería matarla, solamente pasó. Esperanza se enfureció. Mentira. Tú la planeaste todo, la acechaste durante semanas. Vicente finalmente la miró. Su hermana era muy hermosa. Yo pensé que podríamos ser felices juntos. Esperanza se levantó para salir. Que Dios tenga piedad de tu alma, porque yo

nunca podré perdonarte.
La confrontación fue grabada como evidencia para el juicio. La reacción de Vicente mostraba falta completa de remordimiento genuino por sus crímenes. El caso Vicente Morales se convirtió en referencia nacional para reformas en investigación de personas desaparecidas. Su capacidad de operar durante

años sin detección expuso fallas sistemáticas en coordinación entre diferentes jurisdicciones.
El juicio de Vicente Morales Castillo comenzó el 15 de enero de 2007 en el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal. La magistrada presidenta Elena Vázquez Moreno dirigía el tribunal de tres jueces que determinaría el destino del acusado. La fiscalía, encabezada por el licenciado Sergio

Ramírez Medina presentó evidencia de tres cargos de asesinato en primer grado, Paloma Restrepo Vega, María Elena Rodríguez y Claudia Moreno Sánchez.
También presentó cargos de violación y secuestro relacionados con 12 víctimas adicionales. El abogado defensor, licenciado Miguel Hernández, argumentó que su cliente sufría trastornos mentales que reducían su responsabilidad penal. Solicitó reclusión en institución psiquiátrica en lugar de prisión

regular.
Durante el primer día, la fiscalía presentó la cronología completa de los crímenes. El licenciado Ramírez explicó al tribunal cómo Vicente había utilizado su profesión legítima para identificar y acechar víctimas potenciales. Honorables magistrados, el acusado operó como depredador sistemático

durante 8 años. utilizó su taller mecánico como fachada para acceder a mujeres jóvenes vulnerables.
El detective Torres testificó sobre la investigación presentando evidencia física, las fotografías no autorizadas, el diario detallado, los restos enterrados, las confesiones grabadas. El patrón de comportamiento del acusado muestra premeditación clara. Estudiaba a sus víctimas durante semanas

antes de atacarlas. Vicente observaba el proceso con expresión vacía.
Ocasionalmente tomaba notas o susurraba a su abogado, pero mantenía con postura general. Esperanza Restrepo, testificó sobre el impacto en su familia. Su señoría, durante 6 años no supimos si mi hermana estaba viva o muerta. Este hombre nos robó no solamente a Paloma, sino también nuestra paz

mental.
Los padres de María Elena y Claudia ofrecieron testimonios similares sobre años de incertidumbre y búsqueda desesperada. El segundo día, la fiscalía presentó evidencia forense. El Dr. Fernando Castañeda explicó cómo los análisis confirmaban estrangulamiento manual como causa de muerte en los tres

casos. Los patrones de fractura en el hueso y oides son idénticos en las tres víctimas, sugiriendo el mismo agresor usando técnicas similar.
La defensa intentó desacreditar la evidencia forense alegando contaminación durante la exhumación. El Dr. Castañeda refutó estas alegaciones detalladamente. Los protocolos de exhumación siguieron estándares internacionales. La evidencia es científicamente válida e incuestionable. Vicente fue

llamado a testificar el tercer día. Su abogado había aconsejado ejercer su derecho a permanecer callado, pero Vicente insistió en hablar.
Yo nunca quise matar a esas muchachas. Fueron accidentes que se salieron de control. La fiscalía lo interrogó agresivamente. Señor Morales, usted confesó haber estrangulado intencionalmente a Paloma para silenciar sus gritos. Eso fue accidental. Vicente cambió su versión nuevamente. Estaba

desesperado. No pensaba claramente.
El licenciado Ramírez presionó más. También fue accidental fotografiar a docenas de mujeres sin su consentimiento. Vicente no pudo responder coherentemente. Sus múltiples versiones contradictorias dañaban su credibilidad completamente. La defensa presentó testimonio psiquiátrico del Dr. Roberto

Salinas Pérez, quien diagnosticó trastorno de personalidad obsesivo compulsivo severo.
El acusado muestra patrones de pensamiento obsesivo sobre mujeres jóvenes combinado con incapacidad para formar relaciones normales. La fiscalía contrató al doctor Alejandro Torres Vega para evaluación independiente. Su diagnóstico contradecía la defensa. El señor Morales muestra capacidad completa

para distinguir entre bien y mal. Sus trastornos no eliminan responsabilidad penal. El cuarto día se enfocó en las víctimas de violación sobrevivientes.
Tres mujeres testificaron sobre ataques de Vicente que no habían reportado previamente. Sandra López Martínez, de 28 años, describió como Vicente la había atacado en 1999. Fui a recoger mi auto y él me encerró en su oficina. Me amenazó con matarme si gritaba. Rosa Hernández Díaz y Leticia Morales

Castro ofrecieron testimonios similares.
Todas describían el mismo método: encierro, amenazas, agresión sexual, advertencias de no reportar el crimen. Vicente negó estos ataques, pero los detalles específicos proporcionados por las víctimas coincidían perfectamente con su modus operandi conocido. El quinto día, la defensa intentó

presentar evidencia de abuso infantil que habría afectado el desarrollo psicológico de Vicente.
Su hermana, Carmen Morales Vega, testificó sobre violencia doméstica en su hogar familiar. Nuestro padre golpeaba frecuentemente a Vicente, también bebía mucho y gritaba constantemente. La fiscalía argumentó que millones de personas sufren abuso infantil sin convertirse en asesinos seriales. El

trauma infantil podía explicar, pero no excusar los crímenes adultos. Durante los alegatos finales, la fiscalía solicitó la sentencia máxima.
Tres condenas de 30 años por asesinato cumplidas consecutivamente. Más sentencias adicionales por violación y secuestro. Vicente Morales es un peligro permanente para la sociedad. Sus crímenes muestran premeditación, crueldad extrema y falta total de remordimiento. La defensa solicitó clemencia

basada en trastorno mental y reclusión en institución psiquiátrica con posibilidad de rehabilitación.
Mi cliente necesita tratamiento médico, no castigo vengativo. La sociedad se beneficiaría más de su rehabilitación que de su encarcelamiento permanente. El tribunal se retiró para deliberación el sexto día. Las familias de las víctimas esperaron ansiosamente durante 4 horas antes de que los

magistrados regresaran con el veredicto. La magistrada Vázquez leyó la decisión.
Por unanimidad encontramos al acusado Vicente Morales Castillo, culpable de tres cargos de asesinato en primer grado, múltiples cargos de violación y secuestro. Las familias de las víctimas lloraron de alivio. Vicente mostró emoción por primera vez durante el juicio, pero parecía más sorprendido

que arrepentido. La sentencia fue pronunciada inmediatamente.
90 años de prisión sin posibilidad de libertad condicional. Cumplidos en el reclusorio de máxima seguridad de Almoloya. Vicente sería elegible para revisión de sentencia después de 40 años, cuando tendría 85 años de edad. Efectivamente, era cadena perpetua.

Los familiares de las víctimas expresaron satisfacción con la justicia obtenida, pero enfatizaron que ninguna sentencia podría devolver la vida a sus seres queridos. Esperanza Restrepo, declaró a los medios. Vicente Morales pagará por sus crímenes, pero nosotros seguiremos pagando por el resto de

nuestras vidas. El caso estableció precedentes importantes para investigación de personas desaparecidas y coordinación entre diferentes jurisdicciones en casos de crímenes seriales.
Durante el traslado de Vicente Morales al reclusorio de Almoloya, el convoy fue interceptado por manifestantes familiares de otras víctimas potenciales. Las autoridades habían subestimado el impacto público del caso. Aproximadamente 200 personas, principalmente mujeres y familiares de

desaparecidas, bloquearon la carretera México Toluca, exigiendo información sobre casos similares sin resolver.
Esperanza Restrepo encabezaba las manifestaciones junto con Esteban Rodríguez y Carmen Moreno, padres de las otras víctimas confirmadas. Portaban fotografías de las mujeres asesinadas por Vicente. Queremos justicia para todas las víctimas. Este asesino debe confesar todos sus crímenes”, gritaba

Esperanza a través de un megáfono. El detective Torres llegó para mediar la situación.
Los familiares lo rodearon inmediatamente con preguntas sobre investigaciones pendientes. “Detective, tenemos lista de 23 mujeres desaparecidas en las ciudades donde vivió Vicente. ¿Cuándo van a investigar esos casos?” Torres explicó las limitaciones legales. Señora Esperanza, necesitamos evidencia

específica para cada caso. No podemos acusar sin pruebas sólidas.
Los manifestantes no estaban satisfechos con esta respuesta. María González Herrera, cuya hija había desaparecido en Guadalajara en 2004, confrontó directamente a Torres. Mi hija Isabel llevó su auto al taller donde trabajaba Vicente. Desapareció dos días después. Eso no es coincidencia. Torres

 

 

revisó la lista de casos pendientes.
Efectivamente, varios mostraban conexiones potenciales con Vicente Morales, pero sin evidencia física concreta. Mientras tanto, en el interior del vehículo blindado, Vicente observaba las manifestaciones con interés. Su abogado, el licenciado Hernández, intentaba calmarlo. Vicente, no diga nada a

los medios. Cualquier declaración puede complicar las apelaciones.
Vicente sorprendió a todos al solicitar hablar con los manifestantes. Quiero decirles algo a esas familias. El comandante del convoy consultó con sus superiores. Permitir que Vicente hablara era riesgoso, pero podría calmar la situación. Torres se acercó al vehículo. Vicente, ¿qué quieres decirles?

Vicente bajó la ventanilla parcialmente. Dígales que hay más. Hay muchas más.
Esta declaración causó conmoción entre los manifestantes. Torres se dio cuenta de que Vicente estaba admitiendo víctimas adicionales. Cuántas más, Vicente. Vicente sonrió de manera perturbadora, más de las que imaginas. En cada ciudad donde trabajé, Torres inmediatamente solicitó refuerzos y ordenó

que Vicente fuera trasladado directamente a una sala de interrogatorios en lugar del reclusorio.
Los manifestantes siguieron el convoy hasta las instalaciones de la Procuraduría. Los medios de comunicación llegaron masivamente al enterarse de las nuevas confesiones potenciales. En la sala de interrogatorios, Vicente fue colocado bajo custodia máxima. Torres y el detective Méndez iniciaron

interrogatorio de emergencia. Vicente, acabas de admitir públicamente que hay más víctimas. Necesitamos detalles específicos.
Vicente había decidido confesarlo todo. Durante 8 años maté a una mujer cada 6 meses aproximadamente, a veces más frecuentemente. Torres calculó rápidamente. Si Vicente había matado cada 6 meses durante 8 años, habría aproximadamente 16 víctimas totales. Vicente, hasta ahora hemos confirmado tres

muertes. ¿Dónde están los otros cuerpos? Vicente proporcionó ubicaciones específicas, dos cuerpos enterrados en Monterrey, tres en diferentes partes de Ciudad de México, cuatro en Guadalajara y varios más en ciudades menores donde había trabajado temporalmente. Torres contactó inmediatamente a las

procuradurías de
todos los estados mencionados. Se necesitaría coordinación nacional para las excavaciones simultáneas. Mientras Vicente proporcionaba detalles, su comportamiento se volvía cada vez más errático. Parecía disfrutar la atención y el shock que causaban sus revelaciones.

¿Saben por qué las maté a todas? Torres no respondió, permitiendo que Vicente continuara hablando. Porque me rechazaron. Cada una de ellas pensaba que era demasiado buena para mí. Torres documentó cuidadosamente cada palabra. Vicente estaba proporcionando evidencia adicional de premeditación y

motivo. Vicente, ¿cómo elegías a tus víctimas? Vicente describió su método sistemático: identificar mujeres jóvenes solteras que necesitaran reparaciones automotrices, estudiar sus rutinas durante semanas, crear oportunidades para encuentros privados. tenía un sistema perfecto.

Nunca sospecharon hasta que era muy tarde. El detective Méndez intervino. ¿Por qué decidiste confesarlo todo ahora? Vicente se encogió de hombros. Ya no importa. Van a encontrar los cuerpos eventualmente. Torres se dio cuenta de que Vicente disfrutaba el proceso de confesión.

Su trastorno de personalidad incluía necesidad de reconocimiento, incluso por actos criminales. Durante las siguientes 6 horas, Vicente proporcionó mapas detallados de ubicaciones de entierro. Describía cada sitio con precisión obsesiva, incluyendo landmarks específicos y profundidades de

excavación.
Los equipos forenses de cinco estados se movilizaron simultáneamente para verificar las ubicaciones proporcionadas por Vicente. Era la operación de búsqueda de víctimas más grande en la historia mexicana reciente. La primera confirmación llegó desde Monterrey. Los investigadores encontraron restos

humanos en el primer sitio indicado por Vicente. Los huesos correspondían a una mujer joven enterrada aproximadamente 8 años antes.
Una hora después, el equipo de Guadalajara confirmó el segundo hallazgo. Después llegaron confirmaciones de Ciudad de México y otros estados. Torres se enfrentaba a la realidad de que Vicente Morales era uno de los asesinos seriales más prolíficos en la historia de México. Vicente, el conteo actual

llega a 13 víctimas confirmadas. ¿Hay más? Vicente continuó confesando. En total fueron 18.
Faltan cinco ubicaciones. Mientras Vicente proporcionaba las direcciones finales, Torres coordinaba con autoridades internacionales. Algunas víctimas habían sido turistas extranjeras cuyos casos nunca se habían conectado. La magnitud del caso abrumaba los recursos investigativos. El procurador

general ordenó la creación de un equipo especial federal para manejar la investigación ampliada.
Los medios internacionales comenzaron cobertura del caso. Vicente Morales se convertía en noticia mundial como ejemplo de depredador serial que había operado sin detección durante años. Durante el traslado final a Almoloya, Vicente fue protegido por escolta militar debido a amenazas de justicia

vigilante. Familiares de víctimas habían hecho amenazas públicas de tomar venganza personal.
En el reclusorio, Vicente fue colocado en aislamiento completo por su seguridad. Su revelación de múltiples asesinatos lo convertía en target de otros prisioneros. Esperanza Restrepo observó el ingreso de Vicente a la prisión desde lejos. Después de un año de investigación y juicio, finalmente

tenía Closure sobre el destino de su hermana.
Paloma puede descansar en paz sabiendo que su asesino nunca lastimará a otra mujer”, declaró esperanza a los periodistas. Pero el caso Vicente Morales estaba lejos de terminar. Las 18 víctimas confirmadas requerirían años de investigación forense, identificación y procesos legales separados para

cada jurisdicción. El 15 de marzo de 2007, Vicente Morales fue trasladado desde el reclusorio de Almoloya de vuelta a Ciudad de México para interrogatorio final sobre las víctimas adicionales. Las 18 confesiones habían sido verificadas mediante evidencia forense

en 15 casos. El detective Torres, ahora promovido a detective comandante por su trabajo en el caso, dirigía el interrogatorio final junto con representantes de las procuradurías de seis estados. Vicente había cambiado físicamente durante sus meses en prisión. Había perdido 15 kg. Llevaba barba

completa y mostraba signos de estrés severo.
Los otros prisioneros lo habían atacado dos veces, requiriendo hospitalización. Vicente, hemos confirmado 15 de las 18 ubicaciones que proporcionaste. Necesitamos información sobre las tres restantes. Vicente parecía más cooperativo que en interrogatorios anteriores. Las tres últimas están en

pueblos pequeños, una en Hidalgo, una en Morelos, una en el Estado de México. Torres documentó las ubicaciones específicas.
Vicente, necesitamos que nos expliques por qué decidiste matar a tantas mujeres. Vicente reflexionó durante varios minutos. Al principio fue por rechazo. Después se volvió más fácil matar que enfrentar el rechazo. Esta confesión mostraba evolución psicológica del asesino.

A de crímenes pasionales a asesinatos calculados para evitar testimonio de víctimas. ¿En qué momento decidiste que matar era preferible a ser rechazado? Vicente identificó un punto de inflexión específico. Después de la cuarta víctima en 1998 me di cuenta de que las muertas no podían testimoniar

contra mí. Torres sintió escalofríos ante la lógica fría de Vicente. Entonces, las últimas 14 víctimas fueron asesinadas premeditadamente para evitar evidencia.
Exactamente. Era la solución más práctica. Esta confesión confirmaba que Vicente había evolucionado de agresor impulsivo a asesino serial calculado. Las implicaciones legales eran enormes. El licenciado Ramírez, representando la Fiscalía Federal, intervino. Señor Morales, esta confesión constituye

evidencia de 14 asesinatos adicionales en primer grado. Vicente no mostró emoción. Ya estoy condenado a 90 años.
¿Qué diferencia hace Torres? explicó las consecuencias. Cada estado puede procesarte por separado. Podrías enfrentar múltiples cadenas perpetuas. Vicente se encogió de hombros. No importa. Nunca saldré de prisión. Durante las siguientes horas, Vicente proporcionó detalles específicos sobre cada

asesinato.
Describía métodos, ubicaciones, pertenencias de víctimas, todo con precisión perturbadora. La víctima número 12 en Guadalajara se llamaba Andrea. Tenía un lunar en forma de estrella en el hombro izquierdo. Torres verificó este detalle con el expediente forense. Era correcto, confirmando que Vicente

realmente había matado a Andrea.
Vicente, conservaste objetos personales de las víctimas. Vicente admitió haber guardado recuerdos de cada asesinato. En mi departamento de Guadalajara hay una caja con joyas y fotografías. Torres coordinó inmediatamente con autoridades de Jalisco para recuperar esta evidencia. Los trofeos

proporcionarían identificación definitiva de víctimas adicionales.
Mientras continuaba el interrogatorio, llegaron noticias de las excavaciones finales. Los equipos forenses habían encontrado los tres cuerpos restantes en las ubicaciones proporcionadas por Vicente. Vicente, hemos confirmado las 18 víctimas. ¿Hay alguna más que no hayas mencionado? Vicente guardó

silencio durante largo tiempo. Hubo intentos fallidos, mujeres que escaparon antes de que pudiera matarlas.
Torres se dio cuenta de que había víctimas sobrevivientes adicionales que nunca habían reportado los ataques. “¿Cuántas mujeres atacaste sin matarlas?”, Vicente calculó mentalmente. “Tal vez 30 o 35. Perdí la cuenta.” Las implicaciones eran asombrosas. Vicente había atacado aproximadamente 50

mujeres durante su carrera criminal, matando a 18 y violando a las demás.
Torres solicitó los nombres de todas las víctimas sobrevivientes que Vicente pudiera recordar. Esta información permitiría a las autoridades ofrecer apoyo psicológico y evidencia adicional para los procesos. Durante la sesión final, Vicente fue confrontado por representantes de las familias de

víctimas.
Esperanza Restrepo había solicitado específicamente participar en esta confrontación. Vicente, quiero que mires a los ojos a todas las familias que destruiste. 18 familias estaban representadas en la sala. Fotografías de las víctimas cubrían las paredes. Vicente observó cada imagen sin mostrar

emoción aparente.
“¿Sientes algún remordimiento por lo que hiciste?” Vicente respondió honestamente. “No, realmente ellas tomaron sus decisiones. Yo tomé las mías.” Esta respuesta causó conmoción entre los familiares. Varias personas tuvieron que ser calmadas por seguridad. Torres intervino. Vicente, estas eran

mujeres inocentes con familias que las amaban.
¿No entiendes el daño que causaste? Vicente mostró su primera emoción genuina del interrogatorio. Yo también tenía sentimientos. Ellas no se preocuparon por lastimar los míos. La total falta de empatía de Vicente confirmaba su diagnóstico de trastorno antisocial de personalidad severo. No tenía

capacidad para entender el sufrimiento que había causado. El detective Méndez presentó evidencia de impacto.
Vicente, 18 familias han vivido años de sufrimiento buscando a sus hijas. Hermanos, padres, novios, amigos. Has afectado la vida de cientos de personas. Vicente no respondió. Su abogado solicitó terminar la sesión alegando que Vicente estaba siendo acosado emocionalmente. Torres concluyó el

interrogatorio con una pregunta final.
Vicente, ¿hay algo que quieras decirles a las familias de tus víctimas? Vicente miró directamente a las cámaras de video que documentaban la sesión. Lamento que hayan sufrido, pero yo también sufrí cuando sus hijas me rechazaron. Esta declaración final mostró que Vicente nunca aceptaría

responsabilidad genuina por sus crímenes.
Continuaba culpando a las víctimas por su propio comportamiento criminal. Las familias salieron de la sesión con emociones mixtas. Tenían respuestas sobre qué había pasado con sus seres queridos, pero también confirmación de que el asesino no sentía remordimiento real. Esperanza Restrepo declaró a

los medios, “Vicente Morales es un monstruo que nunca entenderá el daño que causó, pero al menos ahora sabemos la verdad.
Los 18 casos serían procesados en las jurisdicciones donde ocurrieron los crímenes. Vicente enfrentaría múltiples juicios durante los próximos años, aunque el resultado final sería el mismo. Múltiples cadenas perpetuas. La Procuraduría General anunció cambios en protocolos de investigación de

personas desaparecidas basados en lecciones aprendidas del caso Vicente Morales.
Los juicios estatales de Vicente Morales comenzaron simultáneamente en seis jurisdicciones durante el verano de 2007. Cada estado procesaba los homicidios ocurridos en su territorio, utilizando la confesión grabada y evidencia forense como base. En Nuevo León, Vicente fue juzgado por cuatro

asesinatos cometidos entre 1995 y 1998.
La fiscal especial María Elena Saucedo Ruiz presentó evidencia de que Vicente había perfeccionado su método durante estos primeros crímenes. El acusado utilizó Monterrey como laboratorio para desarrollar su modus operandi. Las víctimas muestran evolución en técnica de ataque y ocultamiento de

evidencia. Vicente observaba cada juicio con la misma expresión vacía.
Sus abogados en cada estado argumentaban locura temporal o trastorno mental, pero los peritos rechazaban consistentemente estas alegaciones. En Jalisco, el juicio reveló que Vicente había operado durante 4 años con total impunidad. Las autoridades locales nunca conectaron las desapariciones porque

las víctimas provenían de diferentes colonias.
El detective estatal Rubén Torres Villareal testificó sobre la investigación retrospectiva. El señor Morales eligió víctimas de áreas geográficamente dispersas para evitar establecimiento de patrones. Esta estrategia había funcionado perfectamente. Vicente había matado a seis mujeres en Guadalajara

sin que las autoridades sospecharan la conexión entre los casos.
Los familiares de víctimas formaron una organización nacional llamada Justicia para nuestras hijas, presidida por Esperanza Restrepo. La organización promovía reformas legales y apoyo a familias de desaparecidas. El caso de Vicente Morales expuso fallas sistemáticas en nuestro sistema de justicia”,

declaró Esperanza durante una conferencia de prensa.
“Necesitamos protocolos nacionales para casos de personas desaparecidas. La organización logró que el Congreso aprobara la ley Paloma Restrepo, que establecía bases de datos nacionales de personas desaparecidas y protocolos de investigación coordinada entre estados. Mientras tanto, los juicios

revelaban detalles perturbadores adicionales sobre los métodos de Vicente.
El análisis psicológico forense mostró que había documentado meticulosamente cada crimen. El Dr. Fernando Salinas Vega, psiquiatra forense federal, presentó análisis del diario completo de Vicente. El acusado documentó 52 ataques durante 12 años, 18 resultaron en homicidio, 34 en violación sin

asesinato.
Esta revelación significaba que había 16 víctimas sobrevivientes adicionales que nunca habían sido identificadas. Las autoridades iniciaron campaña nacional para localizar estas mujeres y ofrecerles apoyo psicológico. Vicente había clasificado sus víctimas en categorías cooperativas, resistentes y

peligrosas.
Las víctimas catalogadas como peligrosas eran aquellas que amenazaban con reportar el ataque y todas habían sido asesinadas. El acusado tomaba decisiones calculadas sobre vida o muerte basadas en su percepción del riesgo de exposición, explicó el doctor Salinas. En el Estado de México, Vicente fue

juzgado por tres homicidios cometidos en municipios diferentes. La Fiscalía demostró que había utilizado su conocimiento geográfico para seleccionar sitios de entierro que dificultaran descubrimiento. Durante este juicio, Vicente solicitó representarse a sí mismo.

Su nuevo comportamiento errático sugería deterioro mental acelerado debido al estrés del encarcelamiento. Su señoría, yo acepto responsabilidad por defender mi dignidad masculina contra mujeres que me humillaron”, declaró Vicente ante el tribunal. Esta declaración confirmaba su total falta de

remordimiento y su percepción distorsionada de los eventos.
El juez rechazó su solicitud de autorrepresentación debido a evidente incompetencia mental. Los análisis de ADN de evidencia recuperada confirmaron que Vicente había atacado víctimas desde los 25 años de edad. Su primer crimen documentado ocurrió en 1995 cuando trabajaba como aprendiz de mecánico

en Monterrey.
La víctima inicial, identificada como Rosa María Guerrero Sánchez, de 17 años, había desaparecido camino a recoger su bicicleta del taller donde trabajaba Vicente. Su caso nunca fue resuelto hasta 2007. Los padres de Rosa María, ahora de 70 años, testificaron sobre 12 años de búsqueda infructuosa.

Nunca perdimos esperanza de encontrarla viva, declaró su madre, Carmen Sánchez Viga.
Vicente fue confrontado con fotografías de Rosa María durante su interrogatorio final. Ella fue mi primera. No sabía qué estaba haciendo. Torres preguntó sobre la evolución de Vicente como asesino. ¿Cuándo decidiste que matar era necesario? Vicente explicó su razonamiento distorsionado.

Después de Rosa María me di cuenta de que las víctimas vivas eventualmente hablarían. Las muertas guardaban secretos. Esta confesión mostraba que Vicente había aprendido de su primer crimen y había desarrollado metodología más sofisticada para crímenes posteriores. Los juicios en los seis estados

concluyeron con veredictos unánimes de culpabilidad.
Vicente recibió múltiples sentencias de cadena perpetua, totalizando 420 años de prisión. El impacto del caso trascendió las fronteras mexicanas. Criminólogos internacionales estudiaban el caso Vicente Morales como ejemplo depredador serial que había operado sin detección durante más de una década.

La doctora Patricia Martínez Solís, especialista en perfilado criminal, publicó análisis extensivo del caso Vicente Morales representa un tipo específico de asesino serial, el depredador oportunista con fachada de respetabilidad profesional. Su estudio identificó señales de advertencia que podrían

ayudar a detectar depredadores similares en el futuro, fotografías no autorizadas de clientas, preguntas personales inapropiadas, ofertas de servicios gratuitos a mujeres jóvenes.
Las víctimas sobrevivientes comenzaron a presentarse después de la cobertura mediática masiva. 28 mujeres contactaron a las autoridades reportando ataques de Vicente que no habían denunciado previamente. Estas mujeres, ahora entre 25 y 40 años describían experiencias traumáticas que habían afectado

sus vidas durante años.
Muchas habían desarrollado trastorno de estrés postraumático sin entender completamente la causa. Elena Vázquez Morales, atacada por Vicente en 1999, testificó sobre el impacto prolongado. Durante 8 años no pude estar sola con hombres desconocidos. Ahora entiendo por qué. El gobierno federal

estableció programa de reparación de daños para todas las víctimas del caso Vicente Morales, incluyendo apoyo psicológico, asistencia legal y compensación económica. Esperanza Restrepo fue nombrada coordinadora nacional del programa.
Ninguna cantidad de dinero puede reparar el daño causado, podemos ayudar a estas mujeres a reconstruir sus vidas. Vicente fue trasladado permanentemente al Centro Federal de Readaptación Social número 1 altiplano, la prisión de máxima seguridad donde cumpliría el resto de su vida. Su comportamiento

en prisión continuó deteriorándose, desarrolló paranoia severa y rechazaba interacción con otros prisioneros. Pasaba 23 horas diarias en aislamiento por su propia seguridad.
Los psiquiatras de la prisión diagnosticaron deterioro cognitivo acelerado, posiblemente causado por estrés crónico y aislamiento social. Vicente mostraba síntomas de demencia precoz a los 45 años. Durante sus últimas entrevistas con investigadores, Vicente expresó confusión sobre sus crímenes. A

veces no recuerdo por qué las maté. Parece como si hubiera sido otra persona.
Esta aparente pérdida de memoria podría haber sido genuina o calculada para generar simpatía. Los expertos no pudieron determinar definitivamente si Vicente fingía deterioro mental. En diciembre de 2009, dos años después de los juicios, Vicente Morales murió en su celda del Centro Federal de

Readaptación Social Altiplano.
La causa oficial fue ataque cardíaco masivo a los 47 años de edad. Su muerte terminó cualquier posibilidad de obtener información adicional sobre víctimas no identificadas o crímenes no confesados. Los investigadores estimaban que Vicente podría haber atacado hasta 75 mujeres durante su carrera

criminal.
Esperanza Restrepo recibió la notificación oficial de la muerte durante una reunión de justicia para nuestras hijas en la ciudad de México. Su reacción fue sorprendentemente ambivalente. Por un lado, siento alivio de que nunca pueda lastimar a otra mujer. Por otro lado, se llevó secretos que

podrían haber ayudado a otras familias. declaró esperanza.
Los restos de Vicente fueron reclamados por su hermana Carmen Morales, quien había mantenido distancia del caso durante los juicios. Vicente fue enterrado en una tumba sin marcadores en el panteón municipal de su ciudad natal. Ningún miembro de su familia asistió al funeral. Vicente murió solo,

abandonado por todos los que alguna vez lo conocieron.
El legado del caso Vicente Morales transformó permanentemente el sistema de justicia mexicano. La ley Paloma Restrepo se convirtió en modelo para otros países latinoamericanos, enfrentando problemas similares de desapariciones sin resolver. La base de datos nacional de personas desaparecidas

inspirada por este caso, había identificado 847 casos conectados para 2010.
Múltiples asesinos seriales fueron arrestados utilizando protocolos desarrollados después del caso Morales. Las 18 víctimas confirmadas de Vicente fueron enterradas en ceremonias familiares durante 2007 y 2008. Cada funeral proporcionó closure para familias que habían buscado durante años sin

respuestas.
Paloma Restrepo fue enterrada en el Panteón San Nicolás el 15 de junio de 2007, casi 7 años después de su asesinato. Más de 500 personas asistieron al funeral, incluyendo familiares de otras víctimas y funcionarios gubernamentales. Esperanza pronunció el elogio fúnebre. Paloma tenía 18 años cuando

fue asesinada, pero su muerte no fue en vano, si evita que otras familias sufran como nosotros hemos sufrido. Un memorial fue construido en el sitio donde Vicente había enterrado a Paloma.
La placa conmemorativa decía, “En memoria de Paloma Restrepo Vega y todas las mujeres víctimas de violencia, su recuerdo exige justicia. Carlos y María Restrepo, padres de Paloma, nunca se recuperaron completamente de la pérdida. Carlos murió de infarto en 2008 y los médicos atribuyeron su muerte

al estrés prolongado del caso.
María se mudó permanentemente con Esperanza, quien había dedicado su vida al activismo en favor de derechos de víctimas. La organización Justicia para nuestras hijas crecía constantemente. Para 2010, la organización tenía capítulos en 15 estados y había ayudado a resolver 127 casos de

desapariciones. El modelo desarrollado por Esperanza se replicaba en Colombia, Argentina y otros países.
El taller mecánico donde Vicente había operado fue demolido en 2008. En su lugar, las autoridades construyeron un centro de apoyo para víctimas de violencia doméstica y sexual. El detective comandante Torres fue promovido a director de investigaciones especiales de la Procuraduría Federal. Su

experiencia en el caso Vicente Morales lo convirtió en experto nacional en casos de asesinos seriales.
Torres implementó programas de entrenamiento para detectar patrones de crímenes seriales. El caso Vicente Morales nos enseñó que los depredadores más peligrosos operan escondidos detrás de vidas aparentemente normales, explicaba durante sus conferencias. Los protocolos desarrollados por Torres

fueron adoptados por Interpol como modelo internacional para investigación de desapariciones. México se convirtió en líder regional en este tipo de casos.
Las víctimas sobrevivientes continuaron su proceso de recuperación con apoyo del programa gubernamental. Muchas se convirtieron en activistas utilizando sus experiencias para ayudar a otras mujeres. Sandra López, una de las primeras sobrevivientes en testificar, se especializó en consejería para

víctimas de violencia sexual.
Vicente me quitó mi inocencia, pero no pudo quitarme mi fuerza, declaraba frecuentemente. En 2015, 8 años después del caso, Esperanza Restrepo fue galardonada con el Premio Nacional de Derechos Humanos por su trabajo incansable en favor de víctimas. Durante la ceremonia, Esperanza reflexionó sobre

el impacto duradero del caso.
Paloma murió, pero su muerte salvó las vidas de incontables mujeres que podrían haber sido víctimas futuras. Los cambios sistemáticos implementados después del caso habían resultado en mejoras medibles. El tiempo promedio de respuesta para casos de desapariciones se redujo de 72 horas a 6 horas. La

coordinación entre estados mejoró dramáticamente.
Para 2015, México tenía uno de los sistemas más avanzados del mundo para rastrear personas desaparecidas y identificar patrones criminales. El caso Vicente Morales también inspiró cambios en la educación pública. Las escuelas implementaron programas de seguridad personal que enseñaban a jóvenes

cómo reconocer y evitar depredadores potenciales.
Las estadísticas mostraban reducción del 40% en ataques exitosos contra mujeres jóvenes en las áreas donde Vicente había operado. Los expertos atribuían esta mejora a mayor conciencia pública y mejores protocolos de seguridad. En 2020, 13 años después del caso, se inauguró el centro de

investigación Paloma Restrepo en la Ciudad de México. El centro se especializaba en casos de personas desaparecidas y violencia de género.
Esperanza, ahora de 36 años, dirigía el centro junto con un equipo de investigadores especializados. habían resuelto más de 300 casos utilizando metodologías desarrolladas durante la investigación de Vicente. “Cada caso resuelto es una pequeña victoria contra la impunidad”, declaraba Esperanza

durante la inauguración.
Paloma habría estado orgullosa de ver cómo su tragedia se convirtió en esperanza para otras familias. El legado de Paloma Restrepo vivía en cada familia reunida, en cada criminal capturado, en cada mujer salvada por los protocolos implementados después de su muerte. Vicente Morales había muerto en

el olvido, pero sus víctimas eran recordadas como símbolos de la lucha contra la violencia de género.
Su memoria exigía vigilancia constante y compromiso inquebrantable con la justicia. En el 15º aniversario del asesinato de Paloma, en octubre de 2025, una ceremonia conmemorativa reunió a cientos de activistas, funcionarios y familiares de víctimas. Esperanza, ahora con canas prematuras, pero con

determinación intacta, pronunció las palabras finales.
Paloma tenía toda una vida por delante cuando fue asesinada. No pudimos salvarla a ella, pero su muerte nos dio la fuerza para salvar a muchas otras. Esa es su verdadera justicia.

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